VIII Aquellos nefastos consejos que jamás, y por suerte, fueron escuchados
La señorita Gómez de Miranda se despertó, no por iniciativa propia, sino por un horrible despertador que su madre le había comprado años atrás. Quiso morirse unas cuantas veces antes de apagarlo con cuidado.
Encendió la luz y cerró los ojos y los fue abriendo poco a poco mientras que con las manos se los frotaba. Todo un ritual matutino con el objetivo de no quedarse ciega.
Se levantó más despacio que deprisa y se miró en el espejo, su pijama de pollos estaba arrugado y calentito a causa del profundo sueño, en el que le hubiese gustado permanecer un par de horas más.
Su rostro lucía una inactividad absoluta. Como una autómata se dirigió a su armario y cogió ropa al azar. Tras esto abrió la puerta de la habitación y recorrió el largo pasillo hasta el baño. Media hora después estaba sentada en su escritorio, limpia, seca, con su mano en el peine, el peine en el pelo y un aroma a Listerine mentolado en la boca.
A su lado tenía un montón de papeleo y estuvo con ello una hora más o menos. Cuando por alguna extraña ocurrencia, que nadie podría determinar, miró el reloj de pared, se cabreó consigo misma de nuevo. Iba a llegar tarde otra vez, pese a levantarse con hora y media de ventaja. Guardó los papeles en su carpeta y cogió su abrigo. Atravesó corriendo el pasillo en dirección contraria a la del baño, achuchó a su gran, marrón y peludo perro y, mientras abría la puerta de la calle, gritó un adiós que, salvo por el perro, pasó totalmente desapercibido.
Tras una carrera, escapó del inmenso jardín y consiguió salir a la calle. Por poco resbala a causa de la lluvia. La media hora peinando su cabeza había sido la peor inversión del día. Miró el reloj de su muñeca y comprobó cómo sus delgadas piernas recorrían lo más rápido que podían la distancia requerida.
Finalmente, tuvo el tiempo suficiente para doblar la esquina de la calle y ver que ya era demasiado tarde.
No había nada en el mundo que odiara más que perder el autobús del instituto.
11 Comentarios Kracovianos:
me reconforta q "la-pseudo" tambien llegue tarde siempre, por muy temprano q se levante, pero esa última palabra todavía me extraña y me incomoda
INS TI TU TO ????
Es qeu esta chica no es previsora. Debería dejarse preparada la ropa la noche de antes.
Te lo dice alguien qeu corre diariamente unas 12 manzanas para no perder el bus de las 6,45...
Toma flashback!
Una adolescente pseudo-gnomo delgada que aún reside en la casa familiar...
Luego de veranear en Canarias se vuelve adicta al gofio y echa su futuro por la borda. XD
Anónimo: das algunas cosas por hecho. Tendré q hablar con la Ps-gma porque puede que no se esté dando a entender con mucha claridad. Pobrecilla, todavía tiene mucho q aportar al universo...
Dedos espirituales!!!
Necesito ver ese pijama de pollos...
Parece que vamos a saber algo de la historia de este mpersonaje, seguro que luego no es así.
xq cuando leo el blog m siento retrasado y/o d otro planeta?
Al final q nos esconde la mujer esta?
Q a pasado con las encuestas???
Pues que la pseudo-gnomo se las ha llevado.
La primera ya estaba acabada y la segunda era de fácil previsión
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