"El movimiento imperial no surgirá hasta que haya en el mundo un ser capaz de gobernarse a sí mismo"

miércoles, 24 de marzo de 2010

VII Montañas de preocupaciones al cargo de un dragón escupefuego

La señorita Gómez de Miranda se había echado a llorar. Se encontraba tirada en el suelo de su piso, como muchas otras tardes reflexivas, salvo en que en ésta, poco había que reflexionar. Se había puesto a recordar el detalle tan imprevisto y banal que había cambiado su vida y, sin darse cuenta de cómo había llegado al suelo o a ponerse a pensar sobre aquello, sintió la imperiosa necesidad de llorar todo lo que no había llorado en los últimos ocho meses.

Tenía hasta ese momento la sensación de estar seca como una magdalena, de no ser capaz de reconocerse a sí misma las sensaciones que sentía y de las que era testigo involuntario tan sólo a altas horas de la noche. No sabía si reírse, ya que la alternativa estaba siendo ejecutada en ese mismo momento.

Se llevó las manos a la cara para intentar frenar el ritmo de sus lágrimas, que se extendían sin remedio por todo su rostro, al que sentía ahora hinchado y fofo. Notaba que tras cuarto de hora de llanto continuo, persistente y en aumento, se ahogaba y deshidrataba a la par. Gateando se dirigió hacia su mesa de centro, topándose en el camino con su gran alfombra turca de lana. Una vez llegada a su destino, extendió la mano y cogió de la mesa una caja de cartón llena de pañuelos de papel de los baratos, típicos de los sufridores de alergia post-otoñal y de los que no tienen ni para papel de culo. Se sonó la nariz ruidosamente y sintió un enorme alivio que duró tan solo unos efímeros segundos, hecho al que nunca era capaz de encontrarle explicación. Su mente y su piso estaban llenos de ideas que iban de un lado a otro.



No sabía que hacer, imaginó que no podría parar de llorar y acabaría muriendo deshidratada, muriendo de pena. Se levantó alarmada y se dirigió al frigorífico, agarró con una de sus manos una botella de cristal y comenzó a beber con ansiedad. Tras un rato de paseo agobiante por el salón, se tumbó en el sofá y tras 15 minutos visualizando la nada, se quedó dormida de puro agotamiento.


Cuatro horas después se despertó. Estaba viva, tranquila, emocionalmente bloqueada y, de nuevo, seca como una esponja.

6 Comentarios Kracovianos:

Stranvock dijo...

cual es la/s causa/s x la q la seudonomizada deberia aber llorado en los ultimos 8 mss?

Charles Parrens dijo...

Pseudonomizada, jaja, podría ser un estilo de vida...

Havok dijo...

Me encanta ese "IDEAS" y a la vez me dá dolor de cabeza.
Bastante más corto este último aporte y bastante más en desacorde con el título que los anteriores...

Desconcertante

Víctor E. Blanco dijo...

empiezo a tener mono de la pseudo-gnomo, esto ya ha dejado de ser saludable

Anónimo dijo...

esperando algo nuevo

Charles Parrens dijo...

Y quién eres tú que esperas?

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